jueves, 27 de marzo de 2014

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DISCURSO A 38 AÑOS DE LA ÚLTIMA DICTADURA CÍVICO MILITAR: ¡DEMOCRACIA O CORPORACIONES!

Compañeros y compañeras: nos volvemos a encontrar en esta Plaza del pueblo para recordar una vez más qué pasó aquel 24 de marzo de 1976, cuando los genocidas, de la mano de las corporaciones, dieron el Golpe de Estado que masacró a varias generaciones de luchadores y que pretendió terminar con todos los sueños de la Patria Grande. Pero no pudieron: a pesar de todo seguimos de pie y unidos. Ese 24 de marzo empezó una dictadura cívico-militar: no sólo fueron las Fuerzas Armadas las que tomaron el Poder, sino que también lo hicieron empresarios, la cúpula de la Iglesia, la corporación judicial y la embajada norteamericana. Fueron ellos los que como siempre, creyéndose dueños de los destinos de la Argentina, persiguieron a militantes populares, trabajadores, estudiantes y a todos los que estábamos dispuestos a defender los derechos colectivos. Dieron el Golpe porque sabían que nuestro país, en sintonía con la región, era territorio de lucha y resistencia de miles de hombres y mujeres, hijos del 17 de octubre del `45, Revolución Cubana, El Cordobazo, y otras luchas por los derechos de los expulsados y los trabajadores.
Ese 24 de marzo empezó a planificarse mucho antes y su antesala fueron los crímenes de la Triple A, la Alianza Anticomunista Argentina. Desde el aparato paramilitar se cometieron desapariciones forzadas y asesinatos, instalando el terror y la persecución. Mientras la Triple A metía el miedo en las Facultades, fábricas, Unidades Básicas y otros espacios de participación política y social, al lado estaban los editores de los medios hegemónicos, con la noticia ya escrita, esperando que se concretaran los crímenes para después decir que se había tratado de "enfrentamientos". Como siempre, callaron la verdad: que la Triple A fue el inicio del genocidio del 24 de marzo de 1976 y la continuidad de los fusilamientos de la Masacre de Trelew de 1972, del fusilamiento de militantes políticos en José León Suárez en 1956 y de La Semana Trágica de 1919. Los monopolios de la prensa nunca dijeron ni dicen que cuando se refieren a los asesinos del pueblo ellos mismos están en la lista.

Hoy es una fecha muy especial. Recordamos que 38 años atrás, la Casa Rosada, a metros de acá, fue tomada por los genocidas. En ese lugar decidieron sobre la vida y la muerte de miles de nuestros familiares. Ahí estaban los genocidas Videla, Massera y Agosti definiendo el futuro del país: buscaban imponer un plan económico, político, social y cultural de exclusión a fuerza de exterminio, en sintonía con los Estados terroristas de Chile, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay. Acá en el Sur se cometió un genocidio organizado desde el Norte: el Plan Cóndor. Nuestro país fue víctima de una masacre organizada no sólo entre los dictadores de la región, sino también con Estados Unidos. Ahí, donde hoy gobierna el Premio Nobel de la Paz que más gente mata en el mundo, hubo una organización para seguir empobreciéndonos, instalar la teoría de “un enemigo interno” y la lógica del “por algo será” como respuesta cuando las Madres reclamaban por la aparición con vida de sus hijos y nietos. ¿Y quiénes titulaban que los miles de detenidos-desaparecidos estaban de viaje por el mundo? ¿Quiénes titulaban que íbamos ganando la Guerra por las Malvinas? ¿Quiénes titulaban que había bebés abandonados? ¿Quiénes titulaban que aparecían cadáveres como de la nada?: las corporaciones de la prensa. La prensa de las corporaciones.

Pero también hubo quienes desde las barricadas de la palabra se comprometieron con la verdad. Fueron todos los comunicadores populares de las organizaciones militantes, fue la ternura política de Juan Gelman, a quien queremos recordar hoy especialmente, porque se fue hace poco para siempre, pero nos dejó acá a toda su palabra combativa, para que nadie olvide que lo que importa es la memoria. Compañero Juan: te seguimos abrazando.
Cuando reivindicamos la lucha de los 30.000 compañeros detenidos-desaparecidos hablamos de banderas que nos enorgullecen: cuando los recordamos los volvemos a ver comprometidos, solidarios, combativos, convencidos de que lo imposible sólo tarda un poco más. Casi todos ellos ya no están. Otros sí y son quienes han resguardado la memoria para llevarla a la justicia. Son los sobrevivientes del terror, los militantes de la vida, los compañeros de nuestros hijos e hijas, nuestros padres y madres, hermanos, tíos. Militaban en distintas organizaciones, incluso muchos vinieron a esta misma Plaza a meter las patas en la fuente, o aquí también fueron bombardeados. Cuando gritamos el PRESENTE por todos y cada uno de ellos, los reivindicamos como militantes, como hombres y mujeres como todos, que eligieron la política como herramienta de transformación. Resaltamos esto, porque necesitamos recuperarlos también como nuestros familiares y que los podamos nombrar así, no sólo como las víctimas de los genocidas. Los compañeros detenidos-desaparecidos antes que eso fueron militantes, hombre y mujeres comprometidos con la Patria y solidarios. Así los ponemos al lado nuestro, como compañeros y compañeras, no como héroes inalcanzables, sino como militantes comprometidos con las causas justas.

Luchamos mucho por obtener Memoria, Verdad y Justicia, por no tener un país condenado a la impunidad. Esas banderas para exigir el Juicio y Castigo a todos los genocidas por los miles de exiliados, asesinados, presos políticos y detenidos-desaparecidos, son mucho más que las del Nunca Más: son también las que nos demuestran que con lucha y organización se consiguen las victorias.
Hoy tenemos en el país más de 10 juicios a genocidas, donde se escuchan a diario los testimonios de cientos de sobrevivientes, familiares y testigos. Se ve a diario cómo son juzgados y condenados los delitos de lesa humanidad: ya hay más de 500 genocidas condenados y más de 1.000 procesados. Es muy importante que sigamos participando, y cada vez más, en estos juicios, porque son la garantía de una Patria justa, porque los sobrevivientes nos necesitan a su lado, porque la historia está siendo escrita con la verdad. Esas historias de la verdad son escuchadas por los jueces, quienes tienen el papel histórico de revertir la impunidad y fortalecer la democracia. Estos juicios históricos por Memoria, Verdad y Justicia molestan a quienes se habían acostumbrado a la tranquilidad de la impunidad. Lo demuestran con cada amenaza y operación mediática, lo dejaron más que claro con el hecho siniestro que fue la desaparición forzada del compañero Jorge Julio López. Seguimos reclamando saber dónde está, qué pasó con él y Juicio y Castigo para los culpables.

Los verdugos hoy están siendo juzgados y condenados: ya no caminan por las calles. En el último tiempo se empezó a avanzar con el juzgamiento de la participación civil en el terrorismo de Estado, como los procesamientos a personal de la empresa FORD; y a Carlos Blaquier, dueño de la empresa Ledesma; la citación a Vicente Massot, dueño del diario La Nueva Provincia, de Bahía Blanca, a declarar como imputado. Mientras tanto, la causa por la adquisición fraudulenta de la empresa Papel Prensa sigue frenada. Las consecuencias no son sólo económicas, por el enriquecimiento millonario e ilícito de Herrera de Noble y Magnetto, sino también políticas, porque desde el mismo papel robado operan como partido político. Esto siempre fue así: la diferencia es que desde hace casi 11 años tenemos un gobierno nacional que decidió enfrentar a las corporaciones y avanzar con el Juicio y Castigo para todos los genocidas, garantizando la independencia de los Poderes. Hay otra causa que debe avanzar y es la que investiga los delitos de lesa humanidad cometidos en la Guerra por las Malvinas: esos crímenes no pueden quedar impunes. Mientras, destacamos el compromiso del Gobierno Nacional por defender nuestra soberanía de manera pacífica a través del diálogo, para que nadie nos siga robando la tierra.
Estamos cumpliendo 30 años de democracia y emociona decirlo en esta misma Plaza que nos vio llegar en pleno terrorismo de Estado, cuando el Poder Judicial nos negaba sistemáticamente justicia por los compañeros detenidos-desaparecidos. Ahora, mientras seguimos exigiendo la democratización de ese Poder, necesitamos que avance en las causas que siguen en instrucción, porque ningún culpable puede quedar impune. La función del Poder Judicial es impartir justicia a partir de las pruebas. En el caso de César Milani, el Poder Judicial está escuchando testimonios y deberá ser el que dé todas las respuestas necesarias para que sólo continúe en su cargo si no cometió ningún delito de lesa humanidad.

En estos 30 años de democracia luchamos mucho por la memoria y por sacar del anonimato a los culpables del sufrimiento de nuestro pueblo. A mediados de los años 90 hicimos escraches para denunciar a los genocidas sueltos por los barrios y siempre exigimos Juicio y Castigo para todos los genocidas. Porque defendemos la democracia, porque defendemos el futuro, porque sabemos que siempre siguen agazapados los que pretenden pasar por arriba de nuestros votos a favor de sus intereses. Son esas corporaciones, que son los grandes grupos económicos, los dueños de los grandes recursos económicos, del campo, de la industria, de las finanzas. Son la Sociedad Rural, la UIA, los bancos, La Nación, las multinacionales. Son los formadores de precios, los capitales al servicio del Poder, las pocas manos que manejan los recursos de todos, los que intentan impedir los desarrollos nacionales con inclusión social en toda Latinoamérica. Son los que quieren continuar con el dominio neoliberal. Son los mismos de siempre, los que concentran en pocas manos lo que para ellos es riqueza y para las mayorías es pobreza. Son los que quieren un Continente sometido y humillado por el Imperio de Estados Unidos. Fueron la base económica de la última dictadura cívico-militar.
Por eso decimos que esta democracia tiene que ser defendida por todos: porque las corporaciones siguen siendo las que buscan empobrecer al pueblo y están dispuestas a todo. Está demostrado: van contra la política como herramienta de transformación y contra el proyecto nacional y popular, por eso tenemos que seguir defendiéndolos. Lo vimos con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, lo vemos con las mentiras que dicen Clarín y La Nación sobre la Asignación Universal por Hijo, con las mafias que perduran en el Poder Judicial y que siguen construyendo un derecho a la justicia exclusivo para un sector minoritario de la sociedad. Lo vemos también con el desprestigio que intentan instalar sobre el proceso histórico de Memoria, Verdad y Justicia, no sólo cuando les dan lugar en sus medios a los genocidas que hablan de "venganza", sino también cuando intentan manchar la lucha de las Madres y Abuelas. Pero somos un pueblo con 30 años de democracia, que ya sabe identificar la mentira y diferenciarla de la verdad y no permite que la prensa corrupta nos diga de qué se trata la dignidad, porque nunca la conoció.

A las corporaciones que pretenden definir los tiempos de la democracia les decimos una vez más que nuestro voto llega hasta donde el poder soberano decida, no hasta donde ellos elijan a través de sus golpes corporativos: ya no usan los cuarteles, ahora usan las redacciones.

Esas corporaciones, que cambian las caras, pero no las ideas, son las que se metieron en las fábricas y otros lugares de trabajo a perseguir y desaparecer a los trabajadores: son Ledesma, Loma Negra, La Veloz del Norte, Las Marías, Clarín, La Nación, La Razón Mercedes Benz, Acíndar, Astarsa, Fiat, Techint, Macri, City Bank, la Sociedad Rural Argentina, Ford y Molinos Ríos de La Plata. Son las que dieron los Golpes de Estado en Latinoamérica: las que instalaron y financiaron el terror, las que participaron en la planificación de la miseria, como denunció Walsh, y las que se beneficiaron con el plan económico de la dictadura y la deuda externa. Son también las que fueron apañadas por la impunidad del neoliberalismo, que puso un manto de olvido, silencio y perdón con políticas de Estado.
Las corporaciones son el lugar donde el terror se hizo cuerpo. Sus métodos no cambian, pero sí la relación con el Estado: hoy tenemos un Estado Nacional que le dijo basta a las corporaciones, basta a quienes pretenden pasar por arriba del voto popular, basta de decidir desde el sillón de un empresario hasta cuándo dura un presidente o presidenta, basta de operar desde las sombras para tener una democracia al servicio de las corporaciones. Nuestro grito como pueblo se oyó: no le pedimos permiso a las corporaciones para tener democracia, como tampoco les pedimos permiso 10 años atrás para romper uno de los mayores símbolos del horror, la ESMA. Fue el entonces Presidente, el compañero Néstor Kirchner, quien dijo en las mismas entrañas de lo que fue el centro clandestino de detención, tortura y exterminio que iba a "dejar todo para lograr un país más equitativo, con inclusión social, luchando contra la desocupación, la injusticia y todo lo que nos dejó en su última etapa esa lamentable década del ´90, como epílogo de las cosas que nos tocaron vivir".