martes, 9 de marzo de 2010

Certezas para aprender y reflexionar antes que sea tarde

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virtin red informativa internacional 

 

Los peligros que nos amenazan

8 Marzo 2010

 

No se trata de una cuestión ideológica relacionada con la esperanza irremediable de que un mundo mejor es y debe ser posible.

 

Es conocido que el homo sapiens existe desde hace aproximadamente 200 mil años, lo que equivale a un minúsculo espacio del tiempo transcurrido desde que surgieron las primeras formas de vida elementales en nuestro planeta hace alrededor de tres mil millones de años.

 

Las respuestas ante los insondables misterios de la vida y la naturaleza han sido fundamentalmente de carácter religioso. Carecería de sentido pretender que fuese de otra forma, y tengo la convicción de que nunca dejará de ser así.

 

Mientras más profundiza la ciencia en la explicación del universo, el espacio, el tiempo, la materia y la energía, las infinitas galaxias y las teorías sobre el origen de las constelaciones y estrellas, los átomos y fracciones de los mismos que dieron origen a la vida y la brevedad de la misma, y los millones y millones de combinaciones por segundo que rigen su existencia, más preguntas se hará el hombre en busca de explicaciones que serán cada vez más complejas y difíciles.

 

Mientras más se enfrascan los seres humanos en buscar respuestas a tan profundas y complejas tareas que se relacionan con la inteligencia, más valdrán la pena los esfuerzos por sacarlos de su colosal ignorancia sobre las posibilidades reales de lo que nuestra especie inteligente ha creado y es capaz de crear. Vivir e ignorarlo es la negación total de nuestra condición humana.

 

Algo, sin embargo, es absolutamente cierto, muy pocos se imaginan cuán cerca puede estar la desaparición de nuestra especie. Hace casi 20 años, en una Cumbre Mundial sobre el Medio Ambiente en Río de Janeiro, abordé ese peligro ante un público selecto de Jefes de Estado y de Gobierno que escuchó con respeto e interés, aunque nada preocupado por el riesgo que veía a distancia de siglos, tal vez milenios.

 

Para ellos, con seguridad, la tecnología y la ciencia, más un sentido elemental de responsabilidad política, serían capaces de enfrentarlo. Con una gran foto de personajes importantes, los más poderosos e influyentes entre ellos, concluyó feliz aquella importante Cumbre.    No había peligro alguno.

 

Del cambio climático apenas se hablaba.  George Bush, padre, y otros relumbrantes líderes de la Alianza Atlántica, disfrutaban la victoria sobre el campo socialista europeo.   La Unión Soviética fue desintegrada y arruinada.

 

Un inmenso caudal del dinero ruso pasó a los bancos occidentales, su economía se desintegró, y su escudo defensivo frente a las bases militares de la OTAN, había sido desmantelado.

 

A la antigua superpotencia que aportó la vida de más de 25 millones de sus hijos en la segunda guerra mundial, le quedó solo la capacidad de respuesta estratégica del poder nuclear, que se había visto obligada a crear después que Estados Unidos desarrolló en secreto el arma atómica lanzada sobre dos ciudades japonesas, cuando el adversario vencido por el avance incontenible de las fuerzas aliadas, no estaba ya en condiciones de combatir.

 

Se inició así la Guerra Fría y la fabricación de miles de armas termonucleares, cada vez más destructivas y precisas, capaces de aniquilar varias veces la población del planeta.  El enfrentamiento nuclear sin embargo continuó, las armas se hicieron cada vez más precisas y destructivas.

 

Rusia no se resigna al mundo unipolar que pretende imponer Washington.   Otras naciones como China, India y Brasil emergen con inusitada fuerza económica.

 

Por primera vez, la especie humana, en un mundo globalizado y repleto de contradicciones, ha creado la capacidad de destruirse a sí misma.

 

A ello se añaden armas de crueldad sin precedentes, como las bacteriológicas y químicas, las de napalm y fósforo vivo, que son usadas contra la población civil y disfrutan de total impunidad, las electromagnéticas y otras formas de exterminio.    Ningún rincón en las profundidades de la tierra o de los mares quedaría fuera del alcance de los actuales medios de guerra.

 

Se conoce que por estas vías han sido creados decenas de miles de artefactos nucleares, incluso de carácter portátil.

 

El mayor peligro deriva de la decisión de líderes con tales facultades en la toma de decisión, que el error y la locura, tan frecuentes en la naturaleza humana, pueden conducir a increíbles catástrofes.

 

Han transcurrido casi 65 años desde que estallaron los dos primeros artefactos nucleares, por la decisión de un sujeto mediocre que tras la muerte de Roosevelt quedó al mando de la poderosa y rica potencia norteamericana.    Hoy son ocho los países que,  en su mayoría por el apoyo de Estados Unidos, disponen de esas armas, y varios más disfrutan de la tecnología y los recursos para fabricarlas en un mínimo de tiempo.

 

Grupos terroristas, enajenados por el odio, podrían ser capaces de acudir a ellas, del mismo modo que gobiernos terroristas e irresponsables no vacilarían en usarlas dada su conducta genocida e incontrolable.

 

La industria militar es la más próspera de todas y Estados Unidos el mayor exportador de armas.

 

Si de todos los riesgos mencionados se libera nuestra especie, existe uno todavía mayor, o al menos más ineludible: el cambio climático.

 

La humanidad cuenta hoy con siete mil millones de habitantes, y pronto, en un plazo de 40 años, alcanzará nueve mil millones, una cifra nueve veces mayor que hace apenas 200 años. En tiempos de la antigua Grecia, me atrevo a suponer que éramos alrededor de 40 veces menos en todo el planeta.

 

Lo asombroso de nuestra época es la contradicción entre la ideología burguesa imperialista y la supervivencia de la especie. No se trata ya de que exista la justicia entre los seres humanos, hoy más que posible e irrenunciable; sino del derecho y las posibilidades de supervivencia de los mismos.

 

Cuando el horizonte de los conocimientos se amplía hasta límites jamás concebidos, más se acerca el abismo adonde la humanidad es conducida.

 

Todos los sufrimientos conocidos hasta hoy son apenas sombra de lo que la humanidad pueda tener por delante.

 

Tres hechos ocurrieron en solo 71 días, que la humanidad no puede pasar por alto.

 

El 18 de diciembre de 2009, la comunidad internacional sufrió el mayor descalabro de la historia, en su intento de buscar solución al más grave problema que amenaza el mundo en este instante:  la necesidad de poner fin con toda urgencia a los gases de efecto invernadero que están provocando el más grave problema enfrentado hasta hoy por la humanidad.

 

Todas las esperanzas habían sido puestas en la Cumbre de Copenhague después de años de preparación con posterioridad al Protocolo de Kyoto, que el Gobierno de Estados Unidos - el más grande contaminador del mundo - se había dado el lujo de ignorar.

 

El resto de la comunidad mundial, 192 países, esta vez incluyendo a Estados Unidos, se habían comprometido a promover un nuevo acuerdo.

 

Fue tan vergonzoso el intento norteamericano de imponer sus intereses hegemónicos que, violando elementales principios democráticos, intentó establecer condiciones inaceptables para el resto del mundo de forma antidemocrática, en virtud de compromisos bilaterales con un grupo de los países más influyentes de las Naciones Unidas.

 

A los Estados que integran la organización internacional se les invitó a firmar un documento que constituye una burla,  en el que se habla de aportes futuros meramente teóricos para frenar el cambio climático.

 

No habían transcurrido todavía tres semanas cuando, al atardecer del 12 de enero, Haití, el país más pobre del hemisferio y el primero en poner fin al odioso sistema de la esclavitud, sufrió la mayor catástrofe natural en la historia conocida de esta parte del mundo: un terremoto de 7,3 grados en la escala Richter, a solo 10 kilómetros de profundidad y a muy corta distancia de la orilla de sus costas, golpeó la capital del país, en cuyas débiles casas de barro vivían la inmensa mayoría de las personas que resultaron muertas o desaparecidas.  

 

Un país montañoso y erosionado de 27 mil kilómetros cuadrados, donde la leña constituye prácticamente la única fuente de combustible doméstica para nueve millones de personas.

 

Si en algún lugar del planeta una catástrofe natural ha constituido una inmensa tragedia era Haití, símbolo de pobreza y subdesarrollo, donde viven los descendientes trasladados de África por los colonialistas para trabajar como esclavos de los amos blancos.

 

El hecho conmocionó al mundo en todos los rincones del planeta, estremecido por las imágenes fílmicas divulgadas que rayaban en lo increíble. Los heridos, sangrantes y graves, se movían entre los cadáveres clamando por auxilio.        Bajo los escombros yacían los cuerpos de sus seres queridos sin vida.      El número de víctimas mortales, según cálculos oficiales, superó las 200 mil personas.

 

El país ya estaba intervenido por fuerzas de la MINUSTAH, que las Naciones Unidas enviaron para restablecer el orden subvertido por fuerzas mercenarias haitianas que, instigadas por el Gobierno de Bush, se lanzaron contra el Gobierno elegido por el pueblo haitiano.   Algunos edificios donde moraban soldados y jefes de las fuerzas de paz también se desplomaron, causando dolorosas víctimas.

 

Los partes oficiales estiman que, aparte de los muertos, alrededor de 400 mil haitianos fueron heridos y varios millones, casi la mitad de la población total, sufrieron afectaciones.    Era una verdadera prueba para la comunidad mundial,   que después de la bochornosa Cumbre de Dinamarca estaba en el deber de mostrar que los países desarrollados y ricos serían capaces de enfrentar las amenazas del cambio climático a la vida en nuestro planeta.     Haití debe constituir un ejemplo de lo que los países ricos deben hacer por las naciones del Tercer Mundo, ante el cambio climático.

 

Se puede creer o no, desafiando los datos, a mi juicio irrebatibles, de los más serios científicos del planeta y la inmensa mayoría de las personas más instruidas y serias del mundo, quienes piensan que al ritmo actual de calentamiento, los gases de efecto invernadero elevarán la temperatura no sólo 1,5 grados, sino hasta 5 grados, y que ya la temperatura media es la más alta en los últimos 600 mil años, mucho antes de que los seres humanos existieran como especie en el planeta.

 

Es absolutamente impensable que nueve mil millones de seres humanos que habitarán el mundo en el 2050 puedan sobrevivir a semejante catástrofe.   Queda la esperanza de que la propia ciencia encuentre solución al problema de la energía que hoy obliga a consumir en 100 años más el resto del combustible gaseoso, líquido y sólido que la naturaleza tardó 400 millones de años en crear.   La ciencia tal vez puede encontrar solución a la energía necesaria.

 

La cuestión sería saber cuánto tiempo y a qué costo los seres humanos podrán enfrentar el problema, que no es el único, ya que otros muchos minerales no renovables y graves problemas requieren solución.

 

De una cosa podemos estar seguros, a partir de todos los conceptos hoy conocidos: la estrella más próxima está a cuatro años luz de nuestro Sol, a una velocidad de 300 mil kilómetros por segundo. Una nave espacial tal vez recorra esa distancia en miles de años. El ser humano no tiene otra alternativa que vivir en este planeta.

 

Parecería innecesario abordar el tema si a solo 54 días del terremoto de Haití, otro increíble sismo de 8,8 grados de la escala Richter, cuyo epicentro estaba  a 150 kilómetros de distancia y 47,4 de profundidad al noroeste de la ciudad de Concepción, no ocasionara otra catástrofe humana en Chile.

 

No fue el mayor de la historia en ese hermano país, se dice que otro alcanzó 9 grados, pero esta vez no fue solo un fenómeno de efecto sísmico; mientras en Haití durante horas se esperó un maremoto que no se produjo, en Chile el terremoto fue seguido por un enorme tsunami, que apareció en sus costas entre casi 30 minutos y una hora después, según la distancia y datos que todavía no se conocen con toda precisión y cuyas olas llegaron hasta Japón.

 

De no ser por la experiencia chilena frente a los terremotos, sus construcciones más sólidas y sus mayores recursos, el fenómeno natural habría costado la vida a decenas de miles o tal vez cientos de miles de personas.

 

No por ello dejó de ocasionar alrededor de mil víctimas mortales, según datos oficiales divulgados, miles de heridos y tal vez más de dos millones de personas sufrieron daños materiales. Casi la totalidad de su población de 17 millones 94 mil 275 habitantes, sufrió terriblemente y aún padece las consecuencias del sismo que duró más de dos minutos, sus reiteradas réplicas, y las terribles escenas y sufrimientos que dejó el tsunami a lo largo de sus miles de kilómetros de costa.

 

Nuestra Patria se solidariza plenamente y apoya moralmente el esfuerzo material que la comunidad internacional está en el deber de ofrecerle a Chile.   Si algo estuviera en nuestras manos, desde el punto de vista humano, por el hermano pueblo chileno, el pueblo de Cuba no vacilaría en hacerlo.

 

Pienso que la comunidad internacional está en el deber de informar con objetividad la tragedia sufrida por ambos pueblos.

 

Sería cruel, injusto e irresponsable dejar de educar a los pueblos del mundo sobre los peligros que nos amenazan.

 

¡Que la verdad prevalezca por encima de la mezquindad y las mentiras con que el imperialismo engaña y confunde a los pueblos!

 

Fidel Castro Ruz

Marzo 7 de 2010

9 y 27 p.m. 

 

Sismo Bachelet Piñera Chile elogiado por el FMI y BM

www.laarena.com.ar

EL TERREMOTO FUE UNA PÉSIMA DESPEDIDA PARA BACHELET

El sismo sacó a la superficie el déficit social del Chile tan elogiado por el FMI y BM

 

Hasta el sábado 27 de febrero, Michelle Bachelet tenía una popularidad del 80 por ciento. Ahora disminuyó. Es que buena parte de los chilenos piensa que el gobierno no estuvo a la altura de las circunstancias del rescate.

EMILIO MARÍN 

No sólo la presidenta saliente estaba preparando las valijas mimada por los sondeos de opinión, con tan alta popularidad soñaba con presentarse como candidata presidencial en 2014.

Era también el país, o más particularmente su andar económico tan “moderno” y “eficiente”, el que levantaba los elogios de los grandes empresarios de la región y el mundo. El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, capitaneados por Dominique Strauss-Khan y Robert Zoellick respectivamente, le ponían de nota un “10 sobresaliente”.

Dos meses antes del sismo, Chile fue invitado a ser miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Se trata de un exclusivo “club” de los 30 países “más desarrollados del mundo”, o sea la cofradía de las naciones más ricas. Tal invitación implicaba un reconocimiento a los 20 años de gobiernos de la Concertación, aunque –sin decirlo- también a los 17 años de pinochetismo.

Al cabo de este tiempo de dictadura y de posteriores gobiernos democráticos respetuosos de los límites marcados por las Fuerzas Armadas y el establishment empresarial, se aseguró que el país era un milagro de prosperidad y la modernidad. En Chile no había pobres, llegaron a falsificar.

Una de las primeras señales de disconformidad con ese modelo vino, paradojalmente, con el voto a la derecha expresada por Sebastián Piñera en la primera vuelta de diciembre y el balotaje del 17 de enero pasado. Esa lamentable opción fue de todos modos una muestra de que las cosas no andaban bien para una buena parte de los chilenos que, confundidos, buscaban una alternativa mejor donde no la había.

La otra prueba de que debajo de la imagen prolija algo no andaba bien vino con el terremoto del 27 de febrero, que sacudió la tierra y armó olas gigantescas en el mar, para destruir medio millón de viviendas y provocar grandes daños en la infraestructura de las ciudades del sur. Los muertos se cifraban en 800 pero luego el gobierno los achicó a 452, admitiendo sólo a los que ya están identificados. De todos modos, con las víctimas sin individualizar, los que quedaron bajo los escombros y los que fueron devorados por el mar, la cifra debe superar cómodamente los mil.

Buscando consuelos de tontos, algunos opinólogos dijeron que aquella era una cantidad mínima comparada con las pérdidas humanas en Haití. Es cierto que las magnitudes del sismo fueron parejas, de hecho la trasandina fue mayor, y las pérdidas fueron menores el 27 de febrero que el 12 de enero. En eso habrá influido la relativamente mejor construcción de las viviendas y el funcionamiento del gobierno chileno, tras la tragedia, en comparación con Haití. Pero también hay que saber que el epicentro en Chile fue lejos de la costa y a 34 kilómetros bajo la superficie, en zona poco poblada. El otro fue más cerca de la superficie, a 12 kilómetros de profundidad, y en las cercanías de Puerto Príncipe, donde vivían tres millones de personas. En esos datos objetivos está parte de la explicación del distinto saldo. 

¿No había rotos?

Los admiradores del modelo chileno, entre otros Mauricio Macri, venían sosteniendo que del otro lado de los Andes no había “rotos” (pobres). Supuestamente la copa llena de negocios, privatizaciones y 20 Tratados de Libre Comercio firmados con EE UU y otras potencias de primer nivel, habían puesto a Chile a la vanguardia de la región. El panegírico decía que pronto iba a tener un PBI per cápita de 15.000 dólares, el más alto del subcontinente.

La verdad es que el país siniestrado sí tenía pobres, unos 2 millones, y 500.000 indigentes. Si estaban barridos bajo la alfombra (y engañados, porque parte votó a Piñera), esa es otra historia. Pero que existían, vaya si existían.

El terremoto se sintió desde el puerto de Valparaíso hasta Concepción, 550 km al sur de Santiago, en las regiones VII y VIII. Concepción, segunda ciudad con 700.000 habitantes (un millón estimó la presidenta), más localidades como Dichato, Penco, Coliumo y Constitución, estuvieron entre las más afectadas.

Esa gente pobre no tenía comida, agua ni luz, y al segundo día de carencia asaltó supermercados. Los saqueos se extendieron y junto a esa población necesitada actuaron quienes no se llevaban alimentos sino electrodomésticos.

Pero no vaya a creerse que la delincuencia fue una marca registrada del pobrerío. El corresponsal de “La Nación” en Chile, Carlos Vergara, describió el domingo 7 “la triste realidad de vecinos de zonas de buen nivel económico acaparando más productos de los que necesitaban”.

Su relato no tiene desperdicio: “bastó un sismo de tres minutos de duración para que el más opulento vecino de América latina tropezara y desnudara sus contradicciones, pese a las cifras que muestran una economía pujante. Tampoco es ése el único resultado. El horror y la miseria moral mostraron todas sus caras: la especulación de precios -hasta 4 dólares por una botella de agua o un kilo de pan- en Constitución y las costas del golfo de Arauco”.

Uno no tiene ningún interés en explotar periodísticamente la desgracia de los hermanos chilenos. Pero no puede menos que preguntarse: ¿caramba, éste es el modelo político, económico y social que -con tal de contrastar con Cristina Fernández- tanto elogiaban Macri, Elisa Carrió, Francisco de Narváez y Eduardo Duhalde?

¿Ese es el ejemplo que pregonaban Clarín y “La Nación”? ¿Los Saguier y los Mitre habrán leído las notas de su corresponsal en Santiago? 

Autoridades aplazadas

La actuación de Bachelet quedó envuelta en polémicas. Se le cuestionó que a seis días del desastre había zonas que no habían recibido ayuda o había llegado en pequeña medida. Esta responsabilidad no puede esquivar la jefa de Estado porque las cámaras de TV demostraron esas carencias.

Pero también se le reprochó la tardanza en dar la orden a los militares de salir para impedir los saqueos que comenzaron en la noche del sábado 27 y todo el día siguiente. Recién el lunes se decidió a emplear a las Fuerzas Armadas y declarar el toque de queda, con lo que los delitos disminuyeron.

Pero esa demora de dos días luce como razonable, no tanto por la duda en la gravedad de la situación sino por el nefasto pasado (y en parte, presente) de los militares conducidos aún hoy por un pinochetista, el general Oscar Izurieta. Bachelet deshojó la margarita antes de poner tanques en la calle.

Hubo numerosas críticas al accionar de los militares una vez que tomaron el control de hecho de la situación, sobreponiéndose a las autoridades civiles. Los cuestionamientos fulminaron a la Armada, por no haber dado la alarma de tsunamis lo que hubiera salvado muchas vidas.

Otra crítica a la mandataria fue que en un primer momento había declinado la ayuda internacional, aunque después aclaró que quería pedir sólo las cosas que específicamente se necesitaran. A los pocos días expresó su confianza en los organismos financieros internacionales: “vamos a tener que pedir ayuda y esperamos que, a través del Banco Mundial u otras iniciativas, podamos contar con el dinero suficiente”.

Tendrá que juntar plata por todos lados, como hizo con el “teletón” solidario por la tele, que colectó 60 millones de dólares. Habrá que precisar cuánto ponen las grandes empresas, que no será mucho: desde EE UU se informó que Wal Mart aportaba un millón de dólares y Hewlett Packard medio millón.

Si se tiene en cuenta que reparar lo destruido tendrá un piso de 8.000 millones de dólares, y la cuenta del Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, se estiró hasta los 30.000 millones (20 por ciento del PBI de Chile), se desprende que falta mucha plata. La ONU envió a su secretario general Ban Ki-Moon y ofreció un módico aporte de 10 millones.

El presidente que asumirá el 11 de marzo también tendrá cuentas que rendir sobre el desastre. Es que Piñera es hombre de negocios inmobiliarios y uno de los principales accionistas de la Inmobiliaria Aconcagua. Este segmento empresarial va a ser demandado por la mala construcción de los edificios y viviendas que se vinieron abajo o se rajaron. Sus propietarios, de la clase media en ascenso, ahora echan espuma por la boca y preparan juicios millonarios contra las firmas constructoras.

RV: [prensa-ecumenica] Soñando un futuro nuevo para la mujer en la Iglesia.

 

 

De: prensa-ecumenica@ecupres.com.ar [mailto:prensa-ecumenica@ecupres.com.ar] En nombre de noticias@ecupres.com.ar
Enviado el: Lunes, 08 de Marzo de 2010 03:56 a.m.
Para: prensa-ecumenica@ecupres.com.ar
Asunto: [prensa-ecumenica] Soñando un futuro nuevo para la mujer en la Iglesia.

 

Soñando un futuro nuevo para la mujer en la Iglesia.

Emma Martínez Ocaña.
Madrid. España.


Dada la actual situación de la mujer en la Iglesia es difícil pensar en un cambio a corto e incluso a largo plazo, pero como este es el tema que me han pedido desarrollar en este número monográfico de Crítica he decidido que lo mejor es soñar.

Soñar es una manera de alentar el deseo y éste tiene una gran fuerza transformadora. Soñar es el primer paso para cambiar la realidad, es una manera de hacer verdad las utopías. Soñar y … empujar la historia en la dirección de lo soñado.
Los sueños no siguen un orden lógico, ni teológico. Son caóticos, espontáneos, brotan libremente del inconsciente, no se ajustan a normas establecidas, en ellos no todo encaja en lo “políticamente correcto“… así me voy a permitir yo soñar.

Sueño una Iglesia que es realmente una comunidad inclusiva y paritaria, donde mujeres y hombres concentramos nuestras fuerzas en hacer verdad la Buena Noticia, luchando por expulsar los “demonios” de la pobreza, la injusticia, la violencia, el sexismo, el patriarcalismo, la violación de los derechos humanos, la explotación y el tráfico sexual de mujeres y niñas, la explotación laboral, la violación como arma de guerra…

Sueño una Iglesia toda ella ministerial, en la que los ministerios no estén concentrados en manos de los sacerdotes, sino que cualquiera de ellos pueda ser ejercido, desde la llamada de Dios, el reconocimiento de la comunidad que elije y designa a las personas que están capacitadas para ello, sin ninguna discriminación sexual. Entonces podrá ser de verdad una Iglesia servicial, apasionada por todas las personas que sufren exclusión por razón de su clase, raza, sexo, orientación sexual… una Iglesia cuidadora del cosmos y de toda la vida del planeta.

Sueño una Iglesia en la que los lugares de decisión y gobierno no estén condicionados por el sexo sino por la preparación, el amor y la capacidad de servir a la comunidad y de un modo prioritario a los más necesitados.

Una Iglesia donde las mujeres dejamos de ocupar los bancos como escuchadoras semi-mudas y pasantes de los cestillos, para tomar la palabra y constituirnos en sujetos activos de las celebraciones litúrgicas y sacramentales, en un servicio rotativo, igualitario cuyo requisito no sea ser varón y clérigo, sino ser personas preparadas y dispuestas a servir así a la comunidad.
Una iglesia toda ella tan sensibilizada a la lacra de la violencia machista, que sea la primera en salir a la calle y animar a hacer lo mismo a la comunidad social, cada vez que una mujer es asesinada o maltratada..

Sueño una Iglesia donde ninguna mujer tenga que aceptar la situación clandestina de “amante secreta” de ningún clérigo, porque el celibato no sea una obligación sino una opción en libertad, separado del ejercicio del carisma sacerdotal..
Una iglesia donde las congregaciones religiosas femeninas, tengan los mismos derechos que las masculinas y no necesiten estar supervisadas, controladas ni “paternizadas” por ningún varón.

Una Iglesia que haga imposible que se digan cosas como las que dijo San Juan Crisóstomo, llamado por su elocuencia “Boca de Oro”: “Que soberana peste la mujer, ella es la causa del mal, la autora del pecado, la puerta del infierno, la fatalidad de nuestras miserias”.

O como las de Tertuliano: “¿No os dais cuenta de que cada uno de vosotras sois una Eva? La maldición de Dios sobre vuestro sexo sigue plenamente vigente en nuestros días. Culpables tenéis que cargar con sus infortunios. Vosotras sois la puerta del mal, vosotras violasteis el árbol sagrado fatal; vosotras fuisteis las primeras en traicionar la ley de Dios; vosotras debilitasteis con vuestras palabras zalameras al único sobre el que el mal no pudo prevalecer por la fuerza. Con toda facilidad destruisteis la imagen de Dios, a Adán. Sois la únicas que merecíais la muerte; por culpa vuestra el Hijo de Dios tuvo que morir”[1].

Sueño una iglesia donde no se considere palabra de Dios, sino palabra de varón, textos denigrantes para la mujer como las siguientes:
“El ángel que hablaba conmigo me dijo: alza los ojos y mira, ¿qué aparece?. Pregunté: ¿qué? Me contestó: Un recipiente de veinte y dos litros; así de grande es la culpa en todo el país.
Entonces se levantó la tapadera de plomo y apareció una mujer sentada dentro del recipiente. Me explicó: Es la maldad. La empujó dentro del recipiente y puso la tapa de plomo” (Zac 5,5-8)”.
Ni se vuelva a leer en ninguna liturgia otros textos, más cercanos, como los de Pablo, mandando callar a las mujeres en la Iglesia, pidiéndoles sometimiento a sus maridos, proclamando al varón cabeza de la mujer.
Y si por casualidad se lean que sea para decir: “esta no es palabra de Dios y por ellas no te alabamos Señor.”

Una Iglesia que recupere la memoria y reconozca que quién fue tentación no fue la mítica Eva, sino el personaje histórico Pedro a quien Jesús llamó Satanás.

Sigo soñando una Iglesia en la que, ya que nos atrevemos a imaginar y proponer imágenes de Dios antropomórficas, éstas sean fieles a mostrar la verdad de que Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, y ya nunca más se excluya de la representación de Dios el cuerpo de la mujer y su sexualidad. Que de una vez por todas el cuerpo femenino deje de ser no apto para revelar a Dios.

Una Iglesia en la que las orientaciones de moral sexual y familiar sean hechas por hombres y mujeres casados que desde su experiencia y su preparación y eficiencia puedan, de verdad, no solo orientar, sino ser testigos creíbles de aquello que proponen a los demás.

Una iglesia que tenga un lenguaje litúrgico no sexista, ni patriarcal y reconozca que Dios tiene hijos e hijas, hermanos y hermanos…y donde no ocurra, lo que acontece ahora tantas veces, que en una liturgia donde prácticamente sólo hay mujeres, la persona que presida la Eucaristía, las invisibiliza en su lenguaje y se dirige al público todo el tiempo en masculino.

Una Iglesia que se tome en serio y sepa respetar no sólo la teología que elaboran los teólogos sino también la que elaboran las teólogas, y por tanto sea paritaria la presencia de mujeres y hombres en las facultades de teología y en los centros de formación sacerdotales y laicales. Aunque, pensándolo bien quizás lo ideal es que desaparecieran el dualismo clerigal/laical.

Sueño y sueño y no dejo de soñar… una comunidad eclesial fiel a Jesús de Nazaret. Él hizo verdad una comunidad de iguales, sin exclusión alguna, no estructuró su grupo de seguidores y seguidoras desde el orden patriarcal dominante, sino como una familia de iguales, sin relaciones de poder jerarquizado. Lo expresó muy claro: llamándolos amigos y no siervos (Jn 15,15), pidiéndonos que no llamásemos padre, ni maestro a nadie más que a Dios, porque todos los demás somos hermanos y hermanas. Hizo visible la comunidad que quería lavando los pies a los suyos y diciéndole a Pedro que si no entiende ese gesto suyo no puede formar parte de la nueva familia (Jn 13,6-8).

Sueño una iglesia que ,como Jesús, cambie radicalmente la mirada sobre las mujeres y visibilice de un modo nuevo nuestros cuerpos:
No como objetos sino como sujetos autónomos y libres.
No como reproductoras sino como constructoras de la Historia de Salvación, del Reino de Dios.
No como cuerpos tentadores sino como amigas entrañables suyas, como quienes “aman mucho”, “tienen mucha fe”.
No como inferiores en nada sino como iguales en todo: en dignidad, derechos, deberes, tareas en su comunidad.
No para estar detrás y debajo de nadie sino junto a, al lado de… construyendo la historia.
No como ignorantes que nada tienen que decir sino como “maestras” de las que él aprendió
No lejos de los espacios significativos sino dentro de la comunidad, ejerciendo los mismos roles y funciones que los varones.
No dentro del hogar sino donde la vida nos cite, donde Dios nos llame, en la vida, en la historia, en la plaza publica, en todos los ministerios eclesiales También, por supuesto, en el hogar compartiendo tareas y cuidados con los varones.
No como imposibilitadas para mostrar el rostro de Dios sino como revelación suya.

Es hora de despertar y no quiero, no quiero encontrarme con la realidad que ahora vivimos las mujeres en la Iglesia, pero es preciso despertar, levantarnos, liberarnos de nuestros encorvamientos ancestrales, arriesgar a tocar la prohibido por leyes y preceptos patriarcales, es preciso unirnos, trabajar al unísono mujeres y hombres en la Iglesia para ir empujando este Iglesia nuestra, santa y pecadora, fiel e infiel en la dirección del sueño de Dios: una comunidad de hijas/os, hermanas/os.

En esta hermosa y ardua tarea todos y todas necesitamos convertirnos a la Buena Noticia del Reino y su llamada a creer en ella y a hacerla verdad en la historia, en la Iglesia.+ (PE)

Emma Martínez Ocaña, licenciada en Historia y Teología Espiritual, es profesora de Psicología de la Religión. Psicoterapeuta individual y de grupo, orienta encuentros de integración madurez humana-madurez cristiana y Ejercicios Espirituales. Es miembro de la Institución Teresiana, de la Asociación de Teólogas Españolas y de Mujeres y Teología. Es autora de "Cuando la Palabra se hace cuerpo... en cuerpo de mujer" (NARCEA, 2007) y "Cuerpo espiritual" (NARCEA, 2009). Reside en Madrid, España.

[1] Tertuliano, De cultu feminarum. El adorno de las mujeres, Traducción de Virginia Alfro Bech y Victoria Eugenia Rodríguez Martín, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Málaga 2001, 343.

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08/03/2010 - PreNot 8772

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Escrache a Embajada de EEUU en Buenos Aires

Buenos Aires 8 de marzo de 2010, Día Internacional de la Mujer

estimulado por la convocatoria lanzada hace 7 días por el Movimiento Argentino de Solidaridad con Cuba a  las 10 de la mañana saludo a los 4 policías que dentro de una casilla de plástico (no es blindada) custodian la Embajada de los Estados Unidos en la ciudad Autónoma de Buenos Aires.  Entrego mi tarjeta personal del Museo Ernesto Che Guevara y les anoticio de que paso a manifestar. El que dirige pregunta si tengo permiso.  Replico que no y que vengo a conversar con la fila de gente que aguarda ingresar al lugar para gestionar visa u otros trámites.  No espero que reaccione y rápidamente voy a colgar el gran cartel pasacalle entre 2 enormes árboles frente a la Embajada.  Las grandes letras rojas dicen:

LIBERTAD  A  LOS  CINCO   HÉROES   CUBANOS  ANTONIO,  FERNANDO,  GERARDO,  RAMON   Y   RENE ”  “ CHAUBLOQUEO   -   MUSEO   CHE  GUEVARA  ” 

no demoré mucho en armar sobre la larga caña de pesca el pendón con los colores cubanos, que luce como la vela cuadrada de una carabela y que el severo rostro del Comandante Che Guevara ocupa por completo, y cruzarme hacia la vereda de enfrente donde la larga fila de aspirantes a visas aguardaban inmóviles.  El movimiento era muy lento y eso me permitió explayarme a gusto sobre la consigna apuntada por MASCUBA “Visas para Olga y Adriana ¡YÁ!.   

Los alaridos con que apostrofé a Vilma Martínez acusándola de complicidad en la extorsión moral sobre la familia de los héroes, sobre el pueblo cubano y sobre todo guevarista que sienta como aplicado en su rostro el golpe que se le dé a otro ser humano en el mundo les impresionó.

Mis calificativos a ese gobierno, a su presidente, y mi denuncia a su despreciable Cámara de Senadores que hace dos años cometió el delito contra la humanidad de aprobar la ley que autoriza aplicar el “submarino seco” (asfixia por inmersión en agua) para interrogar a los detenidos. Enfaticé que ese solo dato marcaba lo degradada que está esa sociedad, cuando sus supuestos “sabios” ancianos, senadores aprueban tamaño crimen.

 Advertí a quienes formaban la larga fila sobre los peligros de cursar carreras en universidades de EEUU donde en cualquier momento un alumno decidía quitar la vida a profesores y compañeros de estudios.  También les deseé sinceramente que la casualidad no los pusiera allá en contacto con una evidencia que los haga sospechosos y tuvieran que sufrir un interrogatorio con su cabeza sumergida en un recipiente de agua. 

Recordé que nuestros militares, marinos y aviadores fueron pioneros en esas torturas y que seguramente hace dos años al genocida Rafael Videla no le alcanzarían las manos para aplaudir al Senado de la Gran Democracia del Norte cuando aprobó esa tortura cuya “patente” era argentina.  

Aclaré que hay leyes justas allá dictadas por grandes hombres de tiempos no tan remotos, pero que Barack Obama el obsceno premio Nóbel de la muerte permitía se violaran esas leyes como la que autoriza a todo prisionero a ser visitado por esposa e hijos.  

Eran las diez y media y apareció el grueso de las compañeras del Comité por la Libertad de los 5 con un compañero de la multisectorial de Solidaridad con Cuba. Venían de Plaza Italia de distribuir dípticos impresos explicativos de la situación de Adriana Pérez y Olga Salanueva torturadas por 11 años de falta de contacto físico con sus maridos presos.

Tras distribuir los mismos a la gente que formaba la cola me invitaron a acompañarlas para entregar la carta petitorio a la Embajadora Vilma Martínez.  Fuimos hasta el otro portón de la embajada que dá por otra calle y allí un guardia les aceptó el escrito. Me volví prontamente a continuar aleccionando a los argentinos que viajarían hacia EEUU. 

Clamé que llevamos once años manifestando ante este edificio y que hoy es Vilma Martínez la hipócrita de turno que recibe nuestros escritos reclamando por la liberación de los 5 Héroes en la Lucha contra el Terrorismo y que hizo, hace y hará caso omiso de los mismos, porque esto es político y Vilma no es mala funcionaria solamente sino es mala hembra, mala mujer, cómplice del gobierno que tortura en Guantánamo, que asesina en Irak, cómplice del vergonzozo premio Nóbel a la muerte que reconoció al recibirlo, que terminaba de enviar a matar o a morir a treinta mil jóvenes norteamericanos. 

Tenía durante 15 minutos a mi disposición a unas 80 personas que se iban renovando a medida que entraban los primeros a la delegación yanqui.  Pero mi alocución llegaba hasta los jardines, donde frente a casetas de atención, quienes habían ingresado volvían a escuchar mis frenéticas exigencias.

Tuve tiempo de denunciar la inversión que hacen en nuestros medios de comunicación a fin de mantenernos en un limbo lejos de la realidad. De estupidizarnos, de inyectar en nuestros jóvenes y niños una violencia y un desprecio por la vida rayano en la locura.

¡ Como brilló el apóstol allí a las doce del mediodía bajo el inclemente sol ! cuando les dí la noticia que ese cubano había sido Cónsul de Argentina en Nueva York y que con sus escritos a nuestro diario La Nación (que se cuida muy bien de mencionarlo jamás) alertó en 1980 al mundo sobre las maniobras encubiertas que realizaban para apoderarse de territorio mexicano, cosa que meses después se concretó profética y fatídicamente.  

Sugerí leyeran al llegar a EEUU obras de José Martí y Pérez para que disfrutaran de esa pluma maravillosa que reconocía escribir “desde las entrañas del monstruo”. 

Comenté de su estatua ecuestre de bronce en una Plaza de Nueva York.  Y deploré que nuestros periodistas actuales no le llegaran ni al tobillo a Martí.   

Vilma Martínez embajadora del país que insulta a otras 197 naciones y les prohíbe vender, comprar, intercambiar, conocer, ser ayudados ó ayudar a Cuba.  Todo a pesar de la década de votaciones en las que esos 197 derrotan a esos tres que son EEUU y el Estado de Israel cuyo pueblo, víctima ayer del nazismo, devino en un verdugo peor que el que lo victimizó.   La policía se cruzó de vereda para aleccionarme de que la Embajada de los EEUU se quejaba de mi forma agresiva de manifestar, por lo que a pesar de que estaba autorizado a seguir manifestando, debía bajar los decibeles. 

Eso ocurrió a la vista de todos los que esperaban visa, pero no obstante los encaré para explicar todo.  El pedido de los norteamericanos y mi decisión de acceder a lo que la policía argentina solicitaba.

Dejé mi adrenalina tranquila y en voz alta pero acariciante y burlona enumeré los nombres que el rostro de Vilma Martínez me trae a la memoria.

¿ Recuerda Malvinas Vilma ?   Ustedes dieron las coordenadas para que el submarino de su graciosa majestad hundiera al Crucero Gral Belgrano con todos nuestros jóvenes dentro.  ¿ Recuerda Hiroshima Vilma?,  ¿Recuerda Nagasaki?,  ¿ Y Laos Vilma ?, ¿ Olvidó Vietnam ?,

¿Y Playa Girón Vilma? ¿Y el Plan Cóndor? ¿Recuerda Camboya?  ¿Y Albania?, ó El Congo, ó Mandela, ó Salvador Allende, ó Sandino.

 Abhu Graib es vuestro logo Vilma.  

Son perversos, torturan impiadosamente moral ó físicamente y además aprueban leyes para la tortura.  No son seres humanos, han caído muy bajo.  Son letales y peligrosos para la humanidad.  

Otorguen las visas a las esposas de los presos cubanos. Once años en que no han retrocedido un centímetro en sus convicciones, 50 años en que ustedes han  aplicado los más inhumanos y vergonzosos métodos para sojuzgar y poner de rodillas a quienes desde 1959 nacen sin ellas.  

Muchas más cosas dije y todas con el alma en la mano y la convicción de no mentir ni exagerar, la farsa de El Maine, para justificar la guerra con España y adueñarse de Cuba.  El atentado terrorista con La Coubre y la complicidad con el criminal Posada Carriles quien camina libremente por Miami. 

Cuando quise acordarme eran las 4 de la tarde y ya no quedaba nadie en la acera de la embajada, salvo los guardias privados y enfrente la policía.   Descolgué el pasacalle desarmé el pendón y me retiré en buen orden y sin bajas.  

Adriana, Olga, Antonio, Fernando, Gerardo, Ramón, René  hoy en el día Internacional de la Mujer ustedes estuvieron aquí en Buenos Aires dándonos ejemplo y fuerzas morales, para enfrentar la mentira del imperio y sacar a la luz sus peores crímenes y deformaciones.   

Gracias, un abrazo enorme.           Hasta la Victoria Siempre. 

 

                                                                                                                         Eladio González   toto           Museo Ernesto Che Guevara Buenos Aires

                                                                                                                                                              director