jueves, 22 de octubre de 2009

Bodas camagueyanas y su inolvidable autora la argentina María Luisa Livingston - del libro " Tirando las hombreras por el inodoro "

Buenos Aires 22 de octubre de 2009.  República Argentina

 

Desde hace meses tuve el honor de entregar a bibliotecas de esta ciudad, de esta provincia, de muchas otras provincias de Argentina y también de otros países de América, ejemplares de un encantador libro titulado " TIRANDO LAS HOMBRERAS POR EL INODORO " . 

 

El Arq. Rodolfo Livingston me había confiado esa hermosa tarea, la autora era su hermana querida, María Luisa a quien hoy nos acongojó despedir en el crematorio del Cementerio de la Chacarita en Buenos Aires.  

 

Quiero homenajearla compartiendo con el pueblo de Cuba especialmente y con todos los pueblos del mundo esta tierna crónica que le pertenece.

Para los que la conocieron, admiraron y quisieron mi más sentido pésame.

 

                                                                   Eladio González  -  toto                                                   

                                                                 Museo Ernesto Che Guevara   

 

de  María  Luisa  Livingston

 

                     ME   QUIERO   CASAR   EN   CAMAGÜEY

 

Cuando en Cuba falta algo, se inventa.   Para que los cubanos pudieran casarse con fiesta, música y ron (tres cosas sin las cuales no pueden vivir),  se inventaron los Palacios de los Matrimonios.    Allí no solo se casan, sino que alquilan todo lo necesario, desde una corbata, un par de guantes y toda la ropa, hasta un coche a caballo.  Están en las principales ciudades de toda la isla y son del Estado. 

 

Uno de los más lindos y grandes es el de Camagüey: una regia casona con arañas de alabastro, vitraux, muebles de época y pisos de mosaicos antiquísimos.  Perteneció nada menos que a Ignacio un héroe nacional que luchó contra el colonialismo español.

 

Panorama palaciego

 

En la planta baja se tomaron las fotos.  Un juez se ocupa de los casamientos y lo disfruta,  ya que difícilmente un cubano – sea juez ó físico - , puede estar serio por más de cinco minutos.  En los pisos de arriba hay salas y salitas donde los novios deciden la música y planean si en el brindis habrá bocaditos, ron, cerveza o refrescos.   

 

Otra sala la comparten las novias para vestirse.  En realidad es más bien un dormitorio con una cama doble, cuya cabecera es una gran hoja de madera.  Allí, una gordita con faja y ruleros comenzaba a calzarse un vestido de encaje lila, ayudada por su guía, que la acompañaría hasta en el multitudinario brindis en los jardines y glorietas del Palacio, desde donde ya empezaban a oírse las rumbas y guarachas. 

 

Otra novia más joven y ya vestida, adornaba con flores la cabeza de su hijita de cinco años, su dama de honor.  Un reciente matrimonio vestido de blanco y arriba de los 70 años, avanzaba muy resuelto hacia el jardín, a través de una galería.

 

"Por un servicio completo, como mucho se pagan 350 dólares", dice Nancy Muñiz, la directora del Palacio, supervisora de otros 83 empleados. 

 

¿Cómo se las arreglan para pagarlos?  "Si no hay dinero sólo se hace la parte legal, pero eso no se da, porque en cada casa viven cinco o seis personas, todos trabajan y les encanta casarse en el Palacio."

 

A las ocho de la mañana algunos sectores parecen hormigueros.  En la peluquería empiezan a atender: ese día las novias serán cuarenta, más sus padrinos y familias, que incluyen hijos nacidos y en camino.  Son cantidad, como dicen ellos. 

 

Lavan cabezas, hacen las manos, cortan el pelo, lo enrulan o lo alisan, algunas novias llegan con ruleros ya puestos.  Todo ocurre rapidísimo. Se casan los jóvenes, viejos, viudos y solteros. 

 

Parecería que con bastante frecuencia también se descasan y vuelven a casarse. ¿Desde cuándo tienen divorcio?, pregunto a Nancy. "Desde siempre, de toda la vida, no hay límite para eso de casarse, chica."

 

Bajando o subiendo por unas escaleras, aparece el taller, repleto de vestidos listos para elegir, todos de nylon: rosas, lilas, verdes, blancos, amarillos. 

 

Hay tules, margaritas, perlas, alforzas, abanicos. María Baer dice que ella los diseña y que no se inspira en nadie. ¿Cómo conseguís los géneros?. 

 

"Toda una vida lo hice, tengo mis reservas.  Déjame decirte, la cuestión es que nadie quede sin casarse como Dios manda.."

 

Fiesta inolvidable

 

El 14 de febrero, Día de los Enamorados, se multiplicaron los casamientos y los festejos.  Las novias iban llegando solteras en autos a los que se subían allí nomás, a diez metros, y salían por la otra puerta ya casadas, en mateos de colores, rumbo a la plaza principal. 

 

Allí las esperaban los vecinos, guitarristas, una mulata cantante de boleros, los fotógrafos y una banda que tocaba una marcha nupcial.

 

Las parejas llegaban escoltadas por Camilitos (gendarmes).  Los chicos comentaban: "Ay, madre, qué buena que está la fiesta". Una de ellas, al ver a su maestra entre las novias: "Chica, que no me había fijado que era tan linda".

 

Todos aplaudíamos.   Héroes por un rato, empezaron a formar un semicírculo, bajo un fuerte sol que hacía peligrar la permanencia de los maquillajes. 

 

Las guitarras acompañaron a la mulata que cantaba:  "Bésame, bésame mucho, como si fuera esta noche la última vez, bésame, bésame…..". 

 

Bailaron danzones mirándose a los ojos, llegó la hora del vals, soltaron globos de colores, el sol se ponía y extasiados, escuchamos otra vez:  

 

                                        "Que tengo miedo perderte, perderte otra vez…".

 


 

No se bien si Dios es argentino.     Pero juro por lo que más quiero, que Ernesto Che Guevara   SI   lo es.     Toto
difunden: el 1er. Museo Histórico Suramericano "Ernesto Che Guevara", la Escuela de Solidaridad con Cuba "Chaubloqueo" y el Centro de Registro de Donantes Voluntarios de Células Madre
Irene Perpiñal y Eladio González - directores   calle Rojas 129  local (Caballito) Capital -AAC1405-Buenos Aires-República Argentina  telefax: 4-903-3285 email:
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